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lunes, 1 de septiembre de 2014

PETER VON DANZIG



Sin rumbo marcado, salimos de Portocolom buscando fragmentos hundidos de historia , pequeños restos que quedan eternizados en las profundidades. 
Mientras disfrutábamos de un corto, pero intenso trayecto en barco acompañados de una soleada tarde en la isla , el patrón del barco nos cuenta brevemente lo que fue este pecio antaño...Velero de contrabando que llego a la costa y quedo encallado durante un tiempo. Advertidos de los posibles peligros  de este para los habitantes de la zona, decidieron remolcarlo. A medio camino este se fragmento y se perdió en el azul.
Su destino le tenía reservado pasar a mejor servicio. Perpetuarse y formar parte del mundo marino. Con los años el azul lo haría suyo y sus habitantes poblarían sus reliquias.
Era el momento de iniciar el viaje, abrazados por cierto misterio y arrastrados por la emoción de lo nuevo por conocer, emprendimos el descenso,  27 m a un fondo arenoso, mientras descendíamos éramos atrapados por  una silueta oscura, que poco a poco mostraba su verdadera cara. 
Finalmente nos situamos en el esqueleto de lo que algún día fue este velero. Sus nuevos tripulantes eran diversas especies que formaban una amplia y variada comunidad. 
Una estructura comandada por un grupo de morenas que salían a curiosear nuestra "extraña" visita, seguida de ermitaños que circulaban por la superficie del barco como si de vigilantes se trataran, castañuelas, cantaras, mojarras todas ellas transitaban por todo su alrededor creando riqueza y vida en este peculiar arrecife. 
La mano del ser humano de manera casual, por accidente y casi sin quererlo en ocasiones crea ecosistemas capaces de atraer vida y producirla... La propia naturaleza sabe sacarle partido y nos devuelve el favor que un día sin saber le hicimos.











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COSTA RICA: ERUPCIÓN DE VIDA